La mayoría de los alumnos terminaba el sexto preparatoria y
debían optar por la vida del trabajo.
Eran escasísimos los alumnos y alumnas que continuaban sus
estudios secundarios, los que obligadamente debían efectuarse en los
establecimientos educacionales de la capital.
Esta situación de los alumnos y las Escuelas, no tendría
mucha variación hasta el término de la década de los sesenta.
En estas condiciones, la educación al igual seguramente que
en el resto del país, no presentaba mayores innovaciones. Los alumnos debían ser
educados bajo las normas de planes y programas que sin pretenderlo sólo
mantenían de un modo sutil el status quo del país.
Apenas unos cuantos visionarios podían darse cuenta que la
educación era la herramienta fundamental para el progreso y para la realización
de los cambios sociales.
Durante larguísimos años el sistema educativo transitó en
nuestro país con “ejes de carreta”, que era el medio de transporte que usó el
campesinado hasta la finalización de la década del cincuenta.
De hecho, los textos de lectura de aquellos años estaban
limitados a la reproducción de la vida del campo.
Durante el período de Don Eduardo Frei Montalva, a partir del año 1964, se puso en marcha la
reforma educacional que cambió la estructura administrativa de la enseñanza y
modificó los programas y planes de estudio.
A partir del año 1965, la educación chilena se dividió en
cuatro grandes niveles : Educación pre básica, que correspondía a lo que se
conocía como Kindergarten, educación básica, que era lo que se conocía como
preparatoria y que desde entonces correspondería a los cursos de primero a octavo año.
Lo que se conocía como humanidades, se convirtió en
educación media y su reestructuración abarcó los cursos de primero a cuarto
medio.
A educación universitaria fue nominada como educación
superior.
La prueba de ingreso para cursar los estudios universitarios, ya no fue más el
“bachillerato” sino que ahora se comenzó a hablar de prueba de aptitud
académica.
Eran escasísimos los jóvenes de Quilicura que tuvieron acceso al bachillerato, algo similar
ocurriría con la PAA.
La aplicación de la reforma no tuvo ningún tipo de
traumatismo, más bien fue aceptada con simpatía aunque estaba modificando los
cimientes de la institucionalidad escolar.
El profesorado debió perfeccionarse para atender a los
alumnos de séptimo y octavo año, que antes no estaban considerados. Las
Escuelas Normales adaptaron sus mallas del currículo y establecieron una “mención”
para que los docentes estuvieran en condiciones de aplicar su especialidad en
esos cursos.
Surgieron las nuevas planificaciones que estaban basadas en
los objetivos generales y específicos e y en la taxonomías de Benjamín Bloom,
que se transformarían en verdaderas “pesadillas “para el común de los maestros
que debieron ahora teorizar sobre aspectos educativos de los cuales no tenía
gran experticia.
En Quilicura, gracias a un proyecto gubernamental, nuevas Escuelas
para Chile, surgió la Escuela 386 que se ubicó en el centro de la población
María Ruiz Tagle, que también había emergido de un programa de Gobierno llamado
“operación sitio”, que consistía en organizar a los pobladores que no tenían
casa y asignarles un pequeño sitio para que ellos levantaran allí sus
viviendas.
Este programa permitió que en Quilicura ingresaran unas 400
nuevas familias
Fue el tercer establecimiento educacional de la comuna.
En la época previa a la inauguración del flamante edificio,
unos paneles de madera del estilo
“mediaguas” sirvieron como salas de clases a los alumnos de la población.
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