El año 2000, sorprendió a la educación en una gran crisis
que se acentuaría en los años posteriores y cuya denuncia no vendría de parte
ni de los apoderados, ni de los profesores ni de las autoridades. La denuncia
inesperadamente vendría de los propios
alumnos y de sus organizaciones.
Los equipos técnicos y de gestión municipales promediando la
primera década del año 2000, experimentaban cierto desgate. En verdad habían
completado muchos años y el avance de la tecnología y el desafío de la jornada
escolar completa con todas sus carencias, mermaban su eficiencia y su eficacia.
Los alumnos quebraron los paradigmas escolares y el uso de
celulares y equipos similares dieron
paso al “nuevo alumnado”.
La disciplina que se imponía con tanto éxito en los años
anteriores, ahora ya no respondía. Los alumnos hoy absolutamente conscientes
más de sus derechos que de sus deberes, se enfrentaban a un profesorado
desarmado pedagógica y legalmente.
La jornada escolar completa había roto con la búsqueda de
los intereses de los alumnos, y de los padres y ´apoderados, el proyecto no
tenía consistencia porque los alumnos se daban cuenta de manera casi obvia, que
lo que ocurría después de la colación era lo mismo que se trabajaba en las
jornadas matinales. Al alumnado le invadió la desidia y el desencanto y
encontraron a través de la tecnología digital, sus propios derroteros.
La desmotivación impuso su ritmo y los resultados se
reflejaron en todo tipo de análisis y pruebas. La crisis no era local, era
nacional.
Los antiguos maestros formados en otra “Escuela”, se
convirtieron en los más críticos detractores de todas las innovaciones
curriculares y aunque su descontento no era público se hacía sentir su
desencanto.
Los profesores habían vivido la pasión por la enseñanza y sus mayores satisfacciones radicaban en el progreso de sus alumnos.
Los profesores habían vivido la pasión por la enseñanza y sus mayores satisfacciones radicaban en el progreso de sus alumnos.
En su interior y con convicción pensaban que eran capaces de
lograr rendimiento de los alumnos tan sólo con la pizarra y la tiza.
La deserción de la educación municipal y el incremento de la
matrícula en los colegios particulares era el mejor reflejo del cambio de
paradigma en el sistema. Quilicura se debatía en los mismos escenarios porque la crisis no se encontraba en los
alumnos, no la producían los maestros, no era responsabilidad de los equipos de
gestión. La crisis casi irreversible la constituía el modelo de sociedad que producto de la desigualdad social había
traumatizado el alma de la patria.
Vendrían nuevas generaciones de maestros y equipos
directivos, como suele ocurrir, con la soberbia casi natural de desconocer las
secuencias históricas y el camino ya recorrido por otros.
La nueva subvención de educación preferencial (SEP) parecía
que podría resolver la crisis educativa, pero no fue así. No basta con nutrir
de especialistas a las Escuelas, no basta con implementar con todo tipo de equipamiento
las aulas, no basta con abastecer de materiales los talleres y laboratorios, no
basta con maquillar de modernidad el
quehacer educativo y no basta con expresar que “los tiempos han cambiado”.
La Educación en Quilicura se debilitó fuertemente y la mística fue desapareciendo, las metas se minimizaron y el rol del maestro se fue desfigurando, el horizonte y el norte se empañaron con muchos distractores y una nebulosa envolvió lo que un día fue trascendente.
La Educación en Quilicura se debilitó fuertemente y la mística fue desapareciendo, las metas se minimizaron y el rol del maestro se fue desfigurando, el horizonte y el norte se empañaron con muchos distractores y una nebulosa envolvió lo que un día fue trascendente.
Siempre se requiere una dosis de misticismo e inconformidad.
Todo requiere desafíos y trabajo, sueños por cumplir y metas por alcanzar.
Sin embargo el muro de la dificultad es enorme, porque los
objetivos transversales que tan vigentes estuvieron hace algunos años, hoy no
tienen sentido ni para los educadores ni para los educandos. La vida ha
cambiado de exigencias e impera una nueva legalidad.
La nueva legalidad establece que debes prepararte para “sobre vivir “en esta sociedad.
En nuestra patria, Los estudiantes de Chile alzaron sus
voces con convicciones admirables. Remecieron el sistema con sus gritos, sus
bailes y sus cantos. Pero no fue eso suficiente.
Una vez más los adultos, el Estado y la Nación, las personas que deben tomar las
decisiones, escucharon sólo una parte
muy pequeña del mensaje.
¡Despierten niños, es hora de levantarse, el sueño ya
terminó..!.
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