Al cabo de 17 años, en 1990 el país retoma los cauces de la
democracia y la concertación de partidos instala en el poder al Presidente
Patricio Aylwin Azocar. Dos años después, el mismo proceso democrático se hace
presente en la totalidad de las comunas de Chile.
Surgen nuevos liderazgos y nuevas autoridades, esta vez
elegidas por la comunidad.
En nuestra comuna es electa la Señora Carmen Romo Sepúlveda,
quien desde el año 1969 había sido la Directora de la Escuela N° 337.
Aires de libertad, de participación y de paz social son como
una brisa en todo el territorio.
Quilicura, al inicio de los años noventa contaba con una
población de 40.000 habitantes y en la práctica aún mantenía ciertas características
de lo que fue una comuna rural.
El advenimiento de la democracia abrió nuevos cauces en los
programas de gobierno y uno de ellos marcaría en forma notoria el devenir de la
comuna.
Durante la década se inició un profundo proceso de
construcción de nuevas viviendas y surgieron una inmensa cantidad de nuevas
villas que transformaron la comuna.
En menos de una década la población fue duplicada con creces
y surgió un nuevo “Quilicurano” que cambió por completo el paisaje y el
entorno.
Con el excesivo incremento de la población surgió la
necesidad de adaptar y crear nuevos servicios y uno de ellos, de orden
prioritario lo constituía la educación.
Por otra parte los colegios particulares se expandieron ó
con gran fuerza, creando en la comuna nuevos establecimientos que rápidamente establecieron
las estrategias para el logro de la captación de matrículas.
Y curiosamente la publicidad apelaba a la atención de
talleres extra programáticos.
La población escolar que en la década del ochenta no
superaba los tres mil alumnos, merced a la explosión demográfica creció de una
forma considerable, lo que se tradujo que al inicio del milenio la comuna
contaba con más de 15.00o alumnos.
Los vacíos de desigualdad que había provocado la dictadura
militar en Chile, había que atenderlos de forma integral y precisamente la
vulnerabilidad social, emanaba del descuido hacia las políticas de educación y
desarrollo
EN Quilicura, los desafíos en los años noventa,
inesperadamente se volcaron hacia el tratamiento de la cobertura escolar.
Fue de este modo que los tres colegios municipales que
existían se convirtieron en diez.
Durante la década de los noventa fueron inaugurados: La
escuela 1668, la Escuela 1584, la Escuela
1414, El Complejo José Miguel Carrera, el Liceo Alcalde Jorge Indo y con posterioridad la Escuela 1963 y el Liceo
de adultos.
El sistema requería urgentemente que se resolviera la cobertura escolar. Y así se hizo
Una visión artística inspiró la creación de la Escuela de música
El sistema requería urgentemente que se resolviera la cobertura escolar. Y así se hizo
Una visión artística inspiró la creación de la Escuela de música
La construcción de planteles privados o particulares tuvo un
enorme avance, compitiendo no sólo por la matrícula sino con una
infraestructura de absoluta modernidad.
La época de mayor esplendor de la Educación municipal fue
durante este período, los establecimientos tenían una constante actividad, los
equipos técnicos y los equipos de gestión adquirieron una especial dinámica que
les llevó a desarrollar una competencia permanente por la obtención de mejores
resultados.
El plus para esta competencia lo constituía la presencia de
los colegios particulares quienes implementaban programas muy participativos
para la obtención de matrículas.
Las actividades y la educación extraescolar adquirieron una
singular importancia para las políticas educativas y por muchos años, las
entidades particulares y municipales se
unieron para disputar todo tipo de espacios artísticos, deportivos culturales y
recreativos.
Años de gran esplendor, de participación, que abrió las
puertas a las comunas de Santiago convirtiendo a Quilicura en el centro de la
actividad extraescolar y el corazón de la organización deportiva y recreativa
del área norte.
A mediados de la década se inicia las olimpíadas escolares
con la presencia de la totalidad de establecimientos de la comuna, que disputaban
en todos los ámbitos la necesidad de ocupar los puestos de avanzada. La sana
competencia y un inmenso despliegue de disciplinas transformaban a la comuna en
un colorido espectáculo, al observar las delegaciones estudiantiles que se
movían en diversos escenarios deportivos.
El trabajo en los planteles era incesante porque además el
abanico se abría para los estudiantes también en jornadas académicas.
La disciplina escolar y la presentación pública de los
colegios fueron asumidas por las direcciones locales, lo que se traducía en
actos académicos y culturales de notable factura.
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