1/21/2015

QUILICURA...UNA COMUNA APACIBLE

Al término del año 1959, nuestra comuna de Quilicura contaba con dos establecimientos educacionales.
Durante esa década y al inicio de la siguiente, la comuna de Quilicura no tenía más de 40 000 habitantes, quizás mucho menos.
Era un pueblo de carácter provinciano, de gran calma social y sus habitantes eran trabajadores del campo, artesanos y comerciantes.
La comuna estaba dividida en sectores geográficos cuyas denominaciones constituían la pertenecía por lo que los quilicuranos sentían un gran orgullo.
Es así como en esos años y también en los posteriores, la gente de Quilicura se identificaba según donde vivía.
Los barrios más reconocidos eran “el pueblo”, “las parcelas”, “la estación”, “San Luis”, “Lo Ruiz”, “Lo Zañartu”.
Es un pequeño detalle, pero estas denominaciones  se constituirían casi en una institucionalidad territorial, que no variaría durante muchos años.
La vida Quilicura giraba en torno a estos barrios, de tal modo que vivir en uno o en otro sector marcaba una gran diferencia.
En la comuna la vida trascurría lenta y tranquilamente, cerca de las nueve de la noche ya nada alteraba el descanso de sus habitantes. Unas muy débiles luminarias apenas dejaban ver las escasas calles pavimentadas que tenía la comuna.
La vida apacible y quieta y las noches en absoluta quietud sólo se alteraban al amanecer cuando decenas de gallos cantaban en uno y otro rincón, al mismo tiempo que una destartalada “micro” iniciaba su recorrido como servicio de locomoción colectiva.

Quilicura, durante la época de los años cincuenta y sesenta, contaba con un centro cívico. Como en la mayoría de los pueblos pequeños, el centro lo constituía la plaza y allí ocurrían las escasas manifestaciones públicas que había por esos años.
En la plaza de Quilicura se podía ubicar la Municipalidad, el Retén de carabineros, la oficina de correos  y la compañía de bomberos.
Tal era el centro cívico.
El centro del pueblo, no era más que unos cuantos pequeños almacenes, unas  verdulerías y la panadería de la esquina que eran los lugares de abastecimiento para la escasa población.

La postal y el paisaje de Quilicura, en aquellos años era la calle Matta que serpenteaba desde la carretera hacia el pueblo entre enredaderas, álamos , sauces y casas de adobe.

LAS PRIMERAS ESCUELAS

Junto con la fundación, el día 10 de agosto de 1901, en la comuna se levantaron algunas edificaciones que tenían que ver con la necesidad  cultural y religiosa de sus habitantes, es de este modo que se inauguran dos establecimientos educacionales y se levanta una parroquia.
En los albores de la comuna, quilicura contaba con una población estimada en no más de veinte mil personas, gente que tenía como único objetivo transitar por la vida sin mayores problemas y tener trabajo para poder cumplir con esto.
No había grandes aspiraciones. De un modo u otro la tierra proporcionaba lo que las familias necesitaban y de esta manera,  la vida en el campo adquirió esta pasividad  por muchos años.
Uno de los establecimientos educacionales era la Escuela N° 32. Se trataba de una casona de adobes compuesta por una sala central y varias salas adyacentes que se ubicó a un costado de la estación de ferrocarril precisamente en el barrio en que los vecinos conocían como “la estación”.
En el barrio de “la estación” se había formado el primer villorrio que constituían unas cuantas familias que realizaban oficios vinculados al movimiento de los ferrocarriles.
En este barrio había surgido el comercio, merced a que el tren que iba rumbo a Valparaíso  se detenía allí, al igual como lo hacía en las decenas de estaciones que separaban la capital del puerto.
La Escuela 32, fue fundada el día 27 de septiembre del año 1902, estaba ubicada allí junto a un canal de regadío y prontamente, como era de esperar se reconoció  como “la Escuela de la estación”.
De este modo fue nominada por muchas décadas.
En algunos años posteriores, concretamente el día 05 de octubre, en 1914, en el centro de lo que era el pueblo se inaugura el segundo plantel educacional, la Escuela Pública número 165.
Era esta, una construcción de adobes compuesta de seis salas que daban hacia la calle José Francisco Vergara y contaba en su interior con un inmenso patio.
La educación pública en los albores de nuestra comuna estaba compuesta de la Escuela 32 y de la Escuela 165. En su conjunto  y durante la década de los años cincuenta y sesenta atendían no más de 400 alumnos.
Los alumnos correspondían  a los cursos de primero a sexto preparatorias.
Las salas de clases estaban compuestas de muebles muy pesados que compartían dos alumnos. En el centro del escritorio había un recipiente para el uso de la tinta. En ningún caso el mobiliario atendía las condiciones anatómicas de los niños.
Se trataba de niños muy pobres y de multiplicidad de edades que compartían la misma sala. En lo posible las familias enviaban  a sus hijas con un delantal de color blanco y el pelo tomado con unas enormes cintas para peinar sus trenzas.
Los niños vestían pantalón corto y camisa.
En muchísimos casos los alumnos acudían al establecimiento sin calzado y portando sólo un cuaderno y un lápiz atado de una goma de borrar.
La escritura se hacía sobre añosos cuadernos de color gris utilizando en algunos casos una “pluma fuente” y tinta para escribir.
Las condiciones económicas eran paupérrimas y la Escuela debía lidiar con todo tipo de carencias de parte de la comunidad escolar.

LA METODOLOGÍA DE AYER

Los alumnos que asistían a la Escuela venían de los más diversos y lejanos lugares por rutas que en la soledad del campo, aún no estaban definidas.
La mayoría eran hijos de campesinos obreros y otros oficios similares.
En estas condiciones socio culturales,  el que los niños pudieran asistir al colegio y participar de la educación que les brindaba el establecimiento, era ya un inmenso logro, porque gran parte de los niños en edad escolar se incorporaban tempranamente a la vida del trabajo.
La Escuela asumía el rol de atender estos niños en dos jornadas, mañana y tarde y en el proceso lectivo los contenidos estaban diseñados para la práctica de la lectoescritura, la memorización y el cálculo matemático.
Al inicio del proceso de la lectoescritura, la metodología para el aprendizaje estaba basado en el texto “El ojo” y en el silabario “Lea”.
Los textos que se utilizaban en los cursos superiores exaltaban los valores patrios, describían las condiciones geográficas del país y contaban inocentes historias y cuentos.
Era muy significativo para los padres y para los estudiantes el hecho de que las gestas patrióticas tenían una especial relevancia. Las efemérides eran cada año muy esperadas y los alumnos personifican personajes como Arturo Prat,  Bernardo O’Higgins, Manuel Rodríguez, Paula Jaraquemada  y los marinos y soldados de la patria.
En Quilicura cada año se realizaba un acto público con ocasión de las festividades patrias. Esto en el caso de la escuela 165, se efectuaba en la plaza de Quilicura, donde los niños portaban globos, banderitas tricolores y serpentinas.
¨Pero sin duda el mes más esperado por los niños de entonces era octubre.
En octubre se celebraba la “semana del niño”, que era el gran espacio de participación donde se desbordaba la alegría y la sensibilidad escolar.
El oficio y la vocación de los maestros eran sometidas a prueba frente a una realidad de pobreza y de estancamiento social, de tal forma que la disciplina que imponían los profesores muchas veces rayaba en el maltrato y en la crueldad.
Por la autoridad que ejercía el maestro o la profesora se producía una perversa complicidad entre los apoderados y la Escuela. Al presente sería inconcebible aceptar las sanciones  que muchas veces debían sufrir los pequeños niños.
Por otra parte debido a las condiciones sociales el grado de deserción escolar era extremadamente  alto.

AIRES DE RENOVACIÓN EN CHILE

La mayoría de los alumnos terminaba el sexto preparatoria y debían optar por la vida del trabajo.
Eran escasísimos los alumnos y alumnas que continuaban sus estudios secundarios, los que obligadamente debían efectuarse en los establecimientos educacionales de la capital.
Esta situación de los alumnos y las Escuelas, no tendría mucha variación hasta el término de la década de los sesenta.
En estas condiciones, la educación al igual seguramente que en el resto del país, no presentaba mayores innovaciones. Los alumnos debían ser educados bajo las normas de planes y programas que sin pretenderlo sólo mantenían de un modo sutil el status quo del país.
Apenas unos cuantos visionarios podían darse cuenta que la educación era la herramienta fundamental para el progreso y para la realización de los cambios sociales.
Durante larguísimos años el sistema educativo transitó en nuestro país con “ejes de carreta”, que era el medio de transporte que usó el campesinado hasta la finalización de la década del cincuenta.
De hecho, los textos de lectura de aquellos años estaban limitados a la reproducción de la vida del campo.
En Quilicura en el año 1969 se inauguró la tercera escuela pública para la educación básica.
Durante el período de Don Eduardo Frei Montalva,  a partir del año 1964, se puso en marcha la reforma educacional que cambió la estructura administrativa de la enseñanza y modificó los programas y planes de estudio.
A partir del año 1965, la educación chilena se dividió en cuatro grandes niveles : Educación pre básica, que correspondía a lo que se conocía como Kindergarten, educación básica, que era lo que se conocía como preparatoria y que desde entonces correspondería  a los cursos de primero a octavo año.
Lo que se conocía como humanidades, se convirtió en educación media y su reestructuración abarcó los cursos de primero a cuarto medio.
A educación universitaria fue nominada como educación superior.
La prueba de ingreso para cursar los  estudios universitarios, ya no fue más el “bachillerato” sino que ahora se comenzó a hablar de prueba de aptitud académica.
Eran escasísimos los jóvenes de Quilicura que tuvieron  acceso al bachillerato, algo similar ocurriría con la PAA.
La aplicación de la reforma no tuvo ningún tipo de traumatismo, más bien fue aceptada con simpatía aunque estaba modificando los cimientes de la institucionalidad escolar.
El profesorado debió perfeccionarse para atender a los alumnos de séptimo y octavo año, que antes no estaban considerados. Las Escuelas Normales adaptaron sus mallas del currículo y establecieron una “mención” para que los docentes estuvieran en condiciones de aplicar su especialidad en esos cursos.
Surgieron las nuevas planificaciones que estaban basadas en los objetivos generales y específicos e y en la taxonomías de Benjamín Bloom, que se transformarían en verdaderas “pesadillas “para el común de los maestros que debieron ahora teorizar sobre aspectos educativos de los cuales no tenía gran experticia.
En Quilicura, gracias a un proyecto gubernamental, nuevas Escuelas para Chile, surgió la Escuela 386 que se ubicó en el centro de la población María Ruiz Tagle, que también había emergido de un programa de Gobierno llamado “operación sitio”, que consistía en organizar a los pobladores que no tenían casa y asignarles un pequeño sitio para que ellos levantaran allí sus viviendas.
Este programa permitió que en Quilicura ingresaran unas 400 nuevas familias
La Escuela 386 surgió con la normativa  de la reforma educacional.
Fue el tercer establecimiento educacional de la comuna.
En la época previa a la inauguración del flamante edificio, unos paneles  de madera del estilo “mediaguas” sirvieron como salas de clases a los alumnos de la población.

La Escuela 386 entró en funcionamiento en el mes de mayo del año 1969.

QUILICURA Y EL CHILE NUEVO

Al inicio de la década del 70, la comuna contaba pues con 03 establecimientos educacionales de educación básica.
En esta misma época, en  el mes de septiembre del año 1970 fue electo como presidente de Chile Salvador Allende Gossens y prontamente gracias a las primeras 40 medidas de su Gobierno, contó con la simpatía de los sectores populares, desechando absolutamente los pronósticos de los medios anticomunistas que habían propiciado una abierta campaña en contra del régimen de la Unidad Popular.
En general el profesorado percibió que sus condiciones laborales y económicas mejorarían y que la educación asumía el verdadero rol que siempre debió tener, esto es convertirse en el gran referente del progreso y del mejoramiento de las condiciones de vida del pueblo de Chile. Un espíritu de bonanza y de optimismo se vivía en las Escuelas.
En la comuna surgió una sana rivalidad entre los establecimientos, lo que se hacía notar en las actividades públicas compartidas, donde el esfuerzo por destacarse era muy notorio, lo que iba de la mano con la disposición de padres y apoderados.
En la comuna había surgido una nueva generación de maestros y profesores que hicieron de la  educación una gran fortaleza social.
La participación social en todas las áreas se evidenciaba y la educación no pudo ser la excepción. Hubo muchos congresos, encuentros e iniciativas educativas que emanaban de parte de los profesores  al mismo tiempo que los alumnos disponían de una gran gama de participación escolar.
El espíritu de un Chile nuevo, no duró mucho tiempo.
Al inicio del año 1973, el Gobierno Central sometió a la discusión pública un proyecto denominado Escuela Nacional Unificada, que encendió las pasiones políticas y partidistas y que terminó por politizar el proceso educativo. La iniciativa no prosperaría sino más bien estableció una pugna tal entre la comunidad que hizo irreconciliable cualquier postura.
En septiembre del año 1973, Chile como Nación se encontraba sumido en una gran crisis.


EL GOLPE MILITAR: “NADA DEBEN TEMER SI TRABAJAN TRANQUILOS”

Se produjo un golpe militar que remeció los cimientes de toda nuestra historia y se estableció a través de la fuerza y de las armas una junta militar que asumió el mando del poder a partir del año 1973.
Cuando los trabajadores de la educación, los  profesores y alumnos retornaron luego de las festividades patrias a sus establecimientos, Chile ya no era el mismo.
La libertad social tenía un precio y este comenzó a pagarse en todos los lugares de Chile.
Quilicura no fue la excepción.
El pretexto para impulsar todo un régimen de control  de terror y violencia fue la seguridad nacional, lo que se traducía en una guerra en contra de lo que la Dictadura militar nominó como “el marxismo”.
Detrás de cada oficio enviado a los colegios, a pesar de la manoseada frase “queremos que trabajen muy tranquilos”, había una amenaza a si no se adhería al régimen militar.
La educación y sus contenidos fueron modificados a muy poco andar eliminando todos los contenidos que pudieran estimular en los alumnos la reflexión de la justicia o la reflexión social. Se enaltecieron los principios nacionalistas y se determinó de manera categórica que el sólo mencionar algunas palabras era motivo suficiente para sancionar a un funcionario. Los colegas y los compañeros de Escuela comenzaron a vivir entre la duda y la sospecha entre los pares. La mano y los ojos de la dictadura aparentemente estaban en todo.
El miedo se apoderó de la población, el miedo se apoderó de los chilenos y se extendió a las salas de clases donde de una forma u otra, todo estaba bajo control.
Desde el punto de vista de la pedagogía, el curriculum inició un  proceso de tecnocracia y un nuevo lenguaje supuestamente técnico pedagógico invadió las Escuelas y las aulas.

La organización y la logística militar penetró los colegios y no había absolutamente nada que pudiera contrarrestar aquello.
Los cargos medios en educación fueron ocupados por gente que tenían vínculos militares, esposas, hijos, hermanos parientes de coroneles, capitanes o almirantes.
El Ministerio de educación estableció líneas de acción en permanente complicidad administrativa con los municipios que obviamente fueron designados por los mandos militares.
Los únicos personeros civiles que tuvieron participación con el régimen dictatorial fueron algunos políticos que participaban en la derecha de nuestro país.
En esta comuna ocurría lo mismo
Muchos profesores murieron y otros fueron cesados abruptamente de sus funciones.
En la comuna de Quilicura, los cargos de Directores fueron respetados, aunque los equipos de gestión que se habían constituido fueron disueltos.
El rol del maestro y  su dignidad fue  vilipendiada, no  una vez, sino muchas veces, no de manera directa sino que de forma perversa marginando a los profesores a los últimos roles de la clase social.

Actuación de alumnos en acto de fiestas patrias 1974   


UN SISTEMA DE EDUCACIÓN DE LIBRE MERCADO

La comuna de Quilicura amplió su cobertura escolar  y le fueron adheridos tres nuevos establecimientos educacionales: la Escuela 335, ubicada en el sector de la carretera, y las Escuelas 338 y 339 del sector El Cortijo, además del Liceo N° 33.
Quilicura se extendía hacia “El cortijo” y la población “Huamachuco”. Todo estaba administrado y se conocía como el 7° sector Escolar.
Y de este modo se consolidó en la Comuna, al igual que en todas, el nuevo modelo escolar que imperaría en el país.
Durante ocho años la educación permaneció en esta situación.
En el año 1980, se inició un proceso absolutamente vertical que tendría como objetivo el cambio de la educación pública.
Para destrabar el antiguo modelo e insertar las nuevas políticas neo liberales de libre mercado, las asesorías técnicas del Gobierno aconsejaron el traspaso de servicios de salud y de educación al ámbito Municipal, esto crearía el marco para la salud y la  educación privada.
Sin ninguna consulta previa y de acuerdo a los lineamientos del Gobierno en abril del año 1982 los servicios de salud y de educación fueron traspasados a las Municipalidades.
En Quilicura se creó el Departamento de Educación Municipal y desde el mes de abril de aquel año, la administración de la educación quedó a cargo del municipio, dejando solamente como labor del ministerio de educación el diseño de las políticas curriculares, los planes y programas.
Desde el punto de vista pedagógico y participativo, al comienzo de este nuevo sistema se inició una verdadera competencia entre los establecimientos, porque el concepto en ciernes del marketing  educacional despertó,  merced de la lucha por las matrículas.
En efecto a partir del año 1982, apareció un lucrativo negocio que el sistema, no sólo lo permitía, sino que lo estimulaba y que era la educación.
Este hecho motivó que surgieran tímidamente, pero luego con mucha fuerza  los establecimientos particulares que captarían los “clientes” del mercado educativo.
Sin embargo, los municipios y Quilicura en particular manejaban este mismo concepto: Las Escuelas son pequeñas empresas que no pueden provocar déficit y que por lo tanto como sea deben mantener sus matrículas o luchar por acrecentarlas. De la cantidad de alumnos matriculados dependerán los ingresos que permitirán el financiamiento de la educación, esto es infraestructura, equipamiento, sueldos de profesores y personal administrativo. El modelo era clarísimo.
La comunidad empezó a hablar de Escuelas Municipales y Escuelas particulares.
Durante la década del ochenta una espada pesaba sobre los profesores  provocando  una marcada tensión: las matrículas había que mantenerlas y en ningún caso los alumnos podían abandonar  el establecimiento, la pena por este delito era simple, si no hay matrículas no hay dinero y disminuirán las plazas de los docentes.
Las metas eran claras y la amenaza también.
Esta situación despertó un concepto participativo que permanecía dormido: La educación extraescolar o las actividades extra programáticas.
En las décadas anteriores, sólo se trataba de pequeñas acciones de carácter recreativo, pero ahora se implementarían en todo su esplendor un generando múltiples instancias de participación escolar y un incontable número de encuentros, talleres y torneos.
Las Escuelas utilizaron de manera muy eficaz esta nueva herramienta y sin duda que las generaciones educadas en esto años fueron las más participativas en el aspecto deportivo y recreativo.
En los establecimientos fueron creadas las Unidades técnico pedagógicas, que asimilaban el funcionamiento pedagógico y que tenían dos vertientes de dependencia, una ministerial y una municipal, el caso es que las planificaciones semanales y semestrales se convirtieron en un enorme esfuerzo adicional para los profesores, puesto que con la tecnificación del sistema  se evaluaba en forma positiva o negativa según se cumpliera con esto.
Tres factores podrían resumir lo que acontecía con la educación en los años ochenta.
La rigidez del sistema en el marco político militar en que se desenvolvía
La tecnificación del proceso enseñanza –aprendizaje
El concepto de  marketing en un modelo de mercado educacional
A pesar de todo lo que pudiera considerase como progreso educativo, las herramientas fundamentales del profesor  seguían siendo  la tiza y el pizarrón.
La competencia entre las escuelas de la comuna se vivía subliminalmente en todos los ámbitos y los profesores asumían la identidad de cada plantel rivalizando con el resto, sin darse cuenta de momento, que eso correspondía a una estrategia del régimen. Mientras no existiera cohesión de las organizaciones, la dictadura militar y la totalidad de sus lacayos se perpetuarían en el poder.
Y así ocurrió.
La rivalidad de las escuelas se planteaba no sólo en forma pedagógica, sino en todos los aspectos, incluyendo la presentación de los alumnos, los concursos, los torneos, los desfiles escolares  y el vestuario de los docentes.
Esta situación tardaría muchos años en revertirse, porque además formaba parte de la idiosincrasia de la comuna de Quilicura.
El Departamento de educación a través de su Dirección, adquirió prontamente el liderazgo  en todas las acciones y proyectos educativos.
La respuesta de los profesores fue de absoluta sumisión.

No hubo posibilidad de que fuera de otra manera.

EL ADVENIMIENTO DE LA DEMOCRACIA

Al cabo de 17 años, en 1990 el país retoma los cauces de la democracia y la concertación de partidos instala en el poder al Presidente Patricio Aylwin Azocar. Dos años después, el mismo proceso democrático se hace presente en la totalidad de las comunas de Chile.
Surgen nuevos liderazgos y nuevas autoridades, esta vez elegidas por la comunidad.
En nuestra comuna es electa la Señora Carmen Romo Sepúlveda, quien desde el año 1969 había sido la Directora de la Escuela N° 337.
Aires de libertad, de participación y de paz social son como  una brisa en todo el territorio.
Quilicura, al inicio de los años noventa contaba con una población de 40.000 habitantes y en la práctica aún mantenía ciertas características de lo que fue una comuna rural.
El advenimiento de la democracia abrió nuevos cauces en los programas de gobierno y uno de ellos marcaría en forma notoria el devenir de la comuna.
Durante la década se inició un profundo proceso de construcción de nuevas viviendas y surgieron una inmensa cantidad de nuevas villas que transformaron la comuna.
En menos de una década la población fue duplicada con creces y surgió un nuevo “Quilicurano” que cambió por completo el paisaje y el entorno.
Con el excesivo incremento de la población surgió la necesidad de adaptar y crear nuevos servicios y uno de ellos, de orden prioritario lo constituía la educación.
Por otra parte los colegios particulares se expandieron ó con gran fuerza, creando en la comuna nuevos establecimientos que rápidamente establecieron las estrategias para el logro de la captación de matrículas.
Y curiosamente la publicidad apelaba a la atención de talleres extra programáticos.
La población escolar que en la década del ochenta no superaba los tres mil alumnos, merced a la explosión demográfica creció de una forma considerable, lo que se tradujo que al inicio del milenio la comuna contaba con más de 15.00o alumnos.
Los vacíos de desigualdad que había provocado la dictadura militar en Chile, había que atenderlos de forma integral y precisamente la vulnerabilidad social, emanaba del descuido hacia las políticas de educación y desarrollo
EN Quilicura, los desafíos en los años noventa, inesperadamente se volcaron hacia el tratamiento de la cobertura escolar.
Fue de este modo que los tres colegios municipales que existían se convirtieron en diez.
Durante la década de los noventa fueron inaugurados: La escuela 1668, la Escuela 1584, la Escuela  1414, El Complejo José Miguel Carrera, el Liceo Alcalde Jorge Indo  y con posterioridad la Escuela 1963 y el Liceo de adultos.
El sistema requería urgentemente que se resolviera la cobertura escolar. Y así se hizo
Una visión artística inspiró la creación  de la Escuela de música
La construcción de planteles privados o particulares tuvo un enorme avance, compitiendo no sólo por la matrícula sino con una infraestructura de absoluta modernidad.
La época de mayor esplendor de la Educación municipal fue durante este período, los establecimientos tenían una constante actividad, los equipos técnicos y los equipos de gestión adquirieron una especial dinámica que les llevó a desarrollar una competencia permanente por la obtención de mejores resultados.
El plus para esta competencia lo constituía la presencia de los colegios particulares quienes implementaban programas muy participativos para la obtención de matrículas.
Las actividades y la educación extraescolar adquirieron una singular importancia para las políticas educativas y por muchos años, las entidades particulares y municipales  se unieron para disputar todo tipo de espacios artísticos, deportivos culturales y recreativos.
Años de gran esplendor, de participación, que abrió las puertas a las comunas de Santiago convirtiendo a Quilicura en el centro de la actividad extraescolar y el corazón de la organización deportiva y recreativa del área norte.
A mediados de la década se inicia las olimpíadas escolares con la presencia de la totalidad de establecimientos de la comuna, que disputaban en todos los ámbitos la necesidad de ocupar los puestos de avanzada. La sana competencia y un inmenso despliegue de disciplinas transformaban a la comuna en un colorido espectáculo, al observar las delegaciones estudiantiles que se movían en diversos escenarios deportivos.
El trabajo en los planteles era incesante porque además el abanico se abría para los estudiantes también en jornadas académicas.
La disciplina escolar y la presentación pública de los colegios fueron asumidas por las direcciones locales, lo que se traducía en actos académicos y culturales de notable factura.

No hay duda alguna que las generaciones de alumnos de la década del noventa, deben conservar los mejores recuerdos de la época escolar.

EL SISTEMA SE VE AMENAZADO.

Sin embargo las Escuelas no estaban exentas de amenazas.
Es por eso que los profesores asumieron junto a sus alumnos la defensa de la educación  en nuestra comuna y se generó un gran participación de la comunidad a través de los Centros de padres y apoderados. Fue una época de gran movilidad social y cultural.
La amenaza de la drogadicción, el alcoholismo, la violencia estaban latentes y la Escuela como Institución debía ponerles atajo
Por otra parte, la calidad y la equidad de la educación fueron los ejes fundamentales durante esta década.
En Quilicura se hicieron grandes esfuerzos para lograr atender la cobertura escolar, puesto que como hemos dicho, la explosión demográfica fue el aspecto más notorio durante esos años.
Al  término de la década, los establecimientos educacionales particulares abandonaron la organización municipal y crearon sus propios sistemas.
En realidad el divorcio era evidente, los colegios particulares se sentían “perjudicados” y era el discurso permanente, para crear una organización propia y de este modo abandonar “el paraguas” municipal, que obviamente les pesaba
En cuanto al sistema municipal, dos hechos cruciales serían determinantes en lo que ocurriría en los años posteriores en nuestro sistema educativo y particularmente en Quilicura.
El desmesurado crecimiento de la informática, que se había iniciado en los establecimientos con el programa enlaces la red y el inicio y la puesta en marcha de la jornada escolar completa.
En la comuna, al igual que el resto del país un sinnúmero de proyectos educativos se pusieron en marcha y que tenían como objetivo el mejoramiento de la calidad de la educación.
El mejoramiento de la calidad de la educación fue la constancia en las políticas de educación y surgió a raíz de las profundas brechas que se establecieron en el país entre la educación municipal y la educación particular. Además de ello, la prueba SIMCE arrojaba alarmantes cifras lo que motivaba que las Escuelas tuvieron  un sistema público de evaluación.
En los años noventa, los establecimientos tenían proyectos especiales  tan sólo para la preparación de la prueba y los resultados provocaban la alegría o la desazón  de la comunidad educativa.
Las decenas de proyectos no lograban revertir el proceso de desmejoramiento de calidad que a nivel nacional exhibía la educación.
Los Directores y profesores estaban en constante perfeccionamiento.
El proyecto Galileo 2000, fue precursor en las reformas que se iniciaron en Chile al inicio del tercer milenio.
Los profesores de las Escuelas Municipales aseguraban una excelencia académica.

QUILICURA EN LOS ALBORES DEL TERCER MILENIO

El año 2000, sorprendió a la educación en una gran crisis que se acentuaría en los años posteriores y cuya denuncia no vendría de parte ni de los apoderados, ni de los profesores ni de las autoridades. La denuncia inesperadamente vendría  de los propios alumnos y de sus organizaciones.
Los equipos técnicos y de gestión municipales promediando la primera década del año 2000, experimentaban cierto desgate. En verdad habían completado muchos años y el avance de la tecnología y el desafío de la jornada escolar completa con todas sus carencias, mermaban su eficiencia y su eficacia.
Los alumnos quebraron los paradigmas escolares y el uso de celulares y equipos similares  dieron paso al “nuevo alumnado”.
La disciplina que se imponía con tanto éxito en los años anteriores, ahora ya no respondía. Los alumnos hoy absolutamente conscientes más de sus derechos que de sus deberes, se enfrentaban a un profesorado desarmado pedagógica  y legalmente.
La jornada escolar completa había roto con la búsqueda de los intereses de los alumnos, y de los padres y ´apoderados, el proyecto no tenía consistencia porque los alumnos se daban cuenta de manera casi obvia, que lo que ocurría después de la colación era lo mismo que se trabajaba en las jornadas matinales. Al alumnado le invadió la desidia y el desencanto y encontraron a través de la tecnología digital, sus propios derroteros.
La desmotivación impuso su ritmo y los resultados se reflejaron en todo tipo de análisis y pruebas. La crisis no era local, era nacional.
Los antiguos maestros formados en otra “Escuela”, se convirtieron en los más críticos detractores de todas las innovaciones curriculares y aunque su descontento no era público se hacía sentir su desencanto.
Los profesores habían vivido la pasión por la enseñanza y sus mayores satisfacciones radicaban en el progreso de sus alumnos.
En su interior y con convicción pensaban que eran capaces de lograr rendimiento de los alumnos tan sólo con la pizarra y la tiza.
La deserción de la educación municipal y el incremento de la matrícula en los colegios particulares era el mejor reflejo del cambio de paradigma en el sistema. Quilicura se debatía en los mismos escenarios  porque la crisis no se encontraba en los alumnos, no la producían los maestros, no era responsabilidad de los equipos de gestión. La crisis casi irreversible la constituía el modelo de sociedad  que producto de la desigualdad social había traumatizado el alma de la patria.

Vendrían nuevas generaciones de maestros y equipos directivos, como suele ocurrir, con la soberbia casi natural de desconocer las secuencias históricas y el camino ya recorrido por otros.
La nueva subvención de educación preferencial (SEP) parecía que podría resolver la crisis educativa, pero no fue así. No basta con nutrir de especialistas a las Escuelas, no basta con implementar con todo tipo de equipamiento las aulas, no basta con abastecer de materiales los talleres y laboratorios, no basta con maquillar de modernidad  el quehacer educativo y no basta con expresar que “los tiempos han cambiado”.
La Educación en Quilicura se debilitó fuertemente y la mística fue desapareciendo, las metas se minimizaron y el rol del maestro se fue desfigurando, el horizonte y el norte se empañaron con muchos distractores y una nebulosa envolvió lo que un día fue trascendente.
Siempre se requiere una dosis de misticismo e inconformidad. Todo requiere desafíos y  trabajo,  sueños por cumplir y metas por alcanzar.
Sin embargo el muro de la dificultad es enorme, porque los objetivos transversales que tan vigentes estuvieron hace algunos años, hoy no tienen sentido ni para los educadores ni para los educandos. La vida ha cambiado de exigencias e impera una nueva legalidad.
La nueva legalidad establece que debes prepararte  para “sobre vivir “en esta sociedad.

En nuestra patria, Los estudiantes de Chile alzaron sus voces con convicciones admirables. Remecieron el sistema con sus gritos, sus bailes y sus cantos. Pero no fue eso suficiente.
Una vez más los adultos, el Estado y la Nación,  las personas que deben tomar las decisiones,  escucharon sólo una parte muy pequeña del mensaje.

¡Despierten niños, es hora de levantarse, el sueño ya terminó..!.